Y hoy… ¿cómo lo diré?… Ya soy sacerdote del Señor, soy ministro de Dios, legado de Jesucristo, hecho como una cosa con Él para ser instrumento de sus misericordias, canal de sus gracias y amigo suyo para siempre…
Esto escribía el beato Pedro en su diario el día 9 de abril de 1905 y un poco más adelante decía:
Jesús ya no me dice siervo, sino amigo, y me entrega las llaves de sus tesoros.
(…) Mi admiración es tanta que apenas acierto a creerlo.
Ese día Pedro estaba muy contento, su deseo se había hecho realidad: ya era sacerdote, amigo de Jesús para siempre.
Pedro creció con la seguridad de que estaba llamado a ser sacerdote:
Me dijeron siendo muy niño que había de ser sacerdote, y en esta creencia viví siempre, sin haber pensado una sola vez lo contrario.
En muchas ocasiones habló y escribió el beato Pedro Ruiz de los Paños sobre la vocación, esa llamada personal que cada uno recibe, esa intuición que nos lleva a dar lo mejor de nosotros mismos:
La vocación es el volante director de los destinos de cada hombre.
La vocación supone esfuerzo, ya que hay que cumplir con aquello para lo cual se es llamado.
Todos tenemos nuestra llamada, nuestra vocación y hoy puede ser un buen momento para hacerse estas preguntas:
- ¿Cuál es mi sueño?
- Desde lo que soy con mis cualidades e ilusiones, ¿qué es lo mejor que puedo aportar a los demás?
La persona que vive de acuerdo a esa llamada interior, que descubre su sitio en el mundo es feliz.
¡NO DEJES PASAR EL CAMINO DE LA FELICIDAD!
Y recuerda,
LA VOCACIÓN ES DON Y SERVICIO
La mejor manera de descubrir la llamada personal es trabajar el propio interior y ponerse a la escucha de Dios. Aquí tienes una oración en la que el beato Pedro te acompaña en ese descubrimiento de tu vocación:
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