¿Recordáis a don Miguel Amaro? Hablábamos de él durante la celebración del 75º aniversario de nuestra fundación.
Fue amigo desde la infancia del beato Pedro. Sacerdote operario diocesano como él, colaborador y compañero en la búsqueda de la voluntad de Dios en la fundación de las Discípulas de Jesús; murió mártir en el paseo del Tránsito de Toledo -el mismo lugar que el beato Pedro- solo diez días después que él y por los mismos motivos que él: solo por ser sacerdote.
¿Por qué estaba Miguel Amaro en Toledo en esas fechas? Porque allí había quedado con don Pedro para recibir a las diez muchachas que iban a dar comienzo a nuestro Instituto religioso, las que estaban llamadas a ser las primeras Discípulas de Jesús.
Entre esas diez muchachas estaba Lucía Suárez González-Fierro, la primera Discípula, nuestra primera Madre General. Lucía era leonesa y se encargaba de su dirección espiritual el beato Miguel Amaro, rector del Seminario de León desde el año 1931 hasta su muerte el 2 de agosto de 1936. En este seminario de León conoció madre Lucía al beato Pedro y en sus múltiples encuentros con el beato Miguel fue creciendo y madurando su llamada y su respuesta al Señor como motor de una nueva aventura en un tiempo difícil: la fundación de las Discípulas de Jesús a comienzos de los años 40 siguiendo los deseos del beato Pedro, de la mano de don José María Jiménez, también operario diocesano, y del obispo de Valladolid don Antonio García.
Pues bien, Miguel Amaro, ha sido declarado por nuestra diócesis intercesor del año vocacional -que estamos celebrando- junto con otros dos sacerdotes operarios diocesanos que también pasaron por el seminario diocesano de León y murieron mártires en el verano de 1936.
Podéis encontrar más información en: intercesores del año vocacional.
Oración año vocacional
Os invitamos a unirnos a la oración de toda la diócesis con esta oración:
Padre de bondad,
que con la sangre de tus sacerdotes mártires,
los beatos Miguel Amaro Ramírez,
Tomás Cubells y José María Tarín,
fecundaste su labor apostólica,
consagrada especialmente
a la formación sacerdotal,
concédenos, por su intercesión,
abundantes vocaciones sacerdotales
para dispensar tus misterios,
fidelidad en el servicio de tu Reino,
y la gracia que te pedimos.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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