El camino de la vida no nos resulta fácil. Son muchas las decisiones que tenemos que tomar, muchas las posibilidades. Jesús Resucitado nos muestra el camino hacia el Padre. El camino verdadero para tener vida.Pero, para seguirlo, hay que ser valientes.
Elegir es inherente a la persona humana. Solo quien es libre puede elegir, ¿somos verdaderamente libres o nos dejamos llevar por las opiniones y decisiones de otros?
El Evangelio de hoy nos plantea las dudas de los discípulos ante ese camino que Jesús les muestra. Quieren seguridades, certezas, como nosotros. Sin embargo, muchas veces la verdad y el camino de nuestra vida no se hace desde la certeza sino desde la confianza, desde la fe.
La invitación de Jesús cuando nos dice que es el camino, la verdad y la vida es una invitación a la confianza y a la libertad de elegirlo como Maestro y Señor para convertirnos en sus discípulos.
Diálogo de los discípulos y Jesús:
Jesús: «Volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre(…)».
Deja una respuesta