Esta historia comenzó en Plasencia el 18 de agosto de 1931. Se fue madurando en Roma, León, Tortosa,… Estaba todo preparado para que comenzara en Toledo el 20 de julio de 1936 pero, las circunstancias no lo permitieron y, unos años más tarde los sacerdotes Operarios Diocesanos, en el verano de 1939, retomaron el sueño que su Director General, don Pedro Ruiz de los Paños, no pudo hacer realidad por verse su vida truncada en Toledo en el paseo del Tránsito el día 23 de julio de 1936.
Los años 1940, 1941 y 1942 son años de preparación: búsqueda de casa, formación de las que serán las primeras Discípulas, permisos necesarios para ser reconocidas por la Iglesia como Instituto Religioso,…
Por fin, el 1 de febrero de 1940 se recibe la autorización para que se establezca en Valladolid la casa-cuna en la que se reunirán las jóvenes que iniciarán el camino de fundación del instituto religioso Discípulas de Jesús. En ese momento, son constituidas como asociación piadosa que aspira a ser congregación religiosa. Estos primeros pasos tienen su sede en la céntrica calle Santiago nº 21.
¿Por qué en Valladolid? Porque en ese momento era arzobispo don Antonio García García, amigo personal de don Pedro y una de las siete personas que en mayo de 1933 leyeron el autógrafo de la Inspiración, escrito base para la redacción de las primeras constituciones.
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Dos años después, en enero de 1942 se trasladan al número 13 de la calle Colón. Aquella será la primera casa madre de las Discípulas de Jesús. En ella recibirán la esperada noticia:el decreto para erigirse como instituto religioso y la aprobación de las Constituciones. La fecha del decreto,
15 de diciembre de 1942.
Pocos días después, el 21 de diciembre de ese mismo año, hacen su primera profesión las primeras Discípulas de Jesús en el Santuario Nacional de la Gran Promesa de Valladolid.
Entre ellas no podemos dejar de nombrar a madre Lucía Suárez González-Fierro, leonesa, la primera Discípula de Jesús, presente desde los inicios, desde 1934 cuando don Pedro inició su contacto con jóvenes interesadas en llevar adelante este ambicioso proyecto.
Estaba entre el grupo de jóvenes convocadas para el 20 de julio de 1936 en Toledo; esperó en silencio durante los años que siguieron y no dudó cuando a finales de 1939 se la convocó de nuevo, esta vez en Valladolid. Allí estaba el 9 de enero de 1940. Llegó la primera, dispuesta a poner todos sus talentos y su vida al servicio de Dios en esta obra que daba sus primeros pasos. Sus anhelos de juventud, fraguados en el seminario de León junto a don Pedro Ruiz de los Paños y a don Miguel Amaro estaban a punto de hacerse realidad.
Desde ese 15 de diciembre de 1942 que marcó un antes y un después en la vida de Lucia Suárez González-Fierro y sus compañeras han pasado 75 años.
75 años caminando juntos
A lo largo de los mismos se han sucedido los acontecimientos, las personas, las fundaciones pero… hay algo que se mantiene: el espíritu que aquel 18 de agosto de 1931 en Plasencia hizo que don Pedro dijera:
“En Plasencia… se me ofreció la idea de las Discípulas de Jesús, en pocos momentos”. (beato Pedro)
Por más vueltas que le dio, no pudo cambiar la idea inicial sino en pequeños detalles, conservando siempre el nombre primitivo y las líneas generales que debían distinguir a la institución.
«El punto central de la institución consiste en toma de Jesús el espíritu sacerdotal.» (beato Pedro)