El 5 de marzo, con la celebración del miércoles de ceniza nos hemos ido adentrando en la Cuaresma como camino de esperanza, un camino en el que cada semana nos ha dejado un encuentro, una pregunta y un símbolo que nos ha llevado, poco a poco, hasta el punto culminante: la Semana Santa, es decir, a Jerusalén, lugar en el que Jesús con su entrega hace posible nuestro encuentro con la Vida y lleva a plenitud nuestra esperanza.
Un breve recorrido por estos encuentros:
- El primer domingo, el evangelio de las tentaciones de Jesús (Lc 4, 1-13) nos llevó al encuentro con nuestros deseos y tentaciones en la búsqueda de una vida mejor que hacen necesario elegir, tomar decisiones que no siempre son fáciles, pero que nos hacen crecer.
- El segundo domingo, la transfiguración (Lc 9, 28b-36) nos invitó al encuentro con Dios, a ponernos a la escucha de la voz de Jesús en nuestro interior a través de la oración y la escucha de la Palabra.
- El tercer domingo, en la parábola de la higuera que no da fruto (Lc 13, 1-9) se nos ofreció una oportunidad de encuentro con los demás, con su realidad y con su capacidad de cambio. En ese encuentro, es fundamental la confianza en que podemos ayudarnos y cuidarnos mutuamente para ser mejores.
- El cuarto domingo, con la parábola del hijo pródigo o, mejor, del padre misericordioso (Lc 15, 11-32) se nos puso al alcance de la mano uno de los encuentros más bonitos que se pueden dar en nuestra vida: el encuentro desde el amor incondicional de los padres que nos conocen, nos quieren como somos y nos sirven de referencia en el camino de la vida.
- El quinto y último domingo, nos llevó a un encuentro con el otro desde la sinceridad, un encuentro que no juzga ni condena, sino que nos hace capaces de ponernos en el lugar del otro, de caminar no solo junto a él, sino con él.
Todos estos encuentros culminan en este encuentro que viviremos en estos días de Semana Santa, donde todos esos encuentros se hace encuentro con el Señor de la Vida que quiere acoger todas nuestras dificultades y deseos de ser buenas personas, personas acogedoras, personas que escuchan, personas que se esfuerzan por hacer un mundo mejor. Y es verdad, porque, como dice el profeta Isaías: algo nuevo está brotando, ¿no lo notáis?
Que en esta Semana Santa brote en cada uno de nosotros ese encuentro con el Dios de la Vida que hemos ido fraguando en los pequeños encuentros cotidianos de esta Cuaresma, encuentros desde la limosna, el ayuno y la oración que caracterizan este tiempo.
Y por si queréis hacer una reflexión cada uno de estos días, os dejamos una reflexión para cada día del Triduo Pascual:
Jueves Santo
Viernes Santo
Domingo de Resurrección
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