CUARTA SEMANA DE CUARESMA
¿Quién no ha oído hablar de la parábola del hijo pródigo?
Probablemente todos, o casi todos, somos capaces de reproducir su contenido. Pero, el hecho de que sea muy conocida no significa que sea bien comprendida.
No es fácil entender la actitud del padre si no nos ponemos en actitud paternal o maternal. Solo el amor de un padre o de una madre es capaz de acoger y perdonar al hijo sin hacer preguntas, sencillamente por la alegría que le supone recuperar el hijo perdido.
¿Por qué nos cuesta tanto entenderlo? Sencillamente porque con frecuencia miramos desde la perspectiva del hijo mayor, desde el juicio que busca recompensa y castigo y no mira al otro desde la gratuidad, como hermano.
Amar al hermano, al que nos quita protagonismo o no se comporta adecuadamente según nuestro criterio. Amar con amor de padre, amar gratuitamente; sencillamente amar. ¡Todo un reto!
https://youtu.be/kJSzOtXQMWI
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