Durante estas semanas nos hemos estado preparando para celebrar la Navidad y, es cierto que ya se siente en el ambiente, en el colegio, en casa, en la calle….
Los comercios se apresuran a adelantarla para recaudar más beneficios, las calles se adornan queriendo alargar el día entrañable de Navidad, las familias se organizan para ver cómo celebrarlo; en los colegios y parroquias los niños preparan sus festivales…
Pero, ¿en estos días alguien se acuerda de Jesús? Si realmente es importante para nosotros redescubrir ese Dios que se hace uno de nosotros para hacernos llegar su mensaje de paz y perdón, la respuesta debería ser sí, estamos esperando la llegada de Jesús, de Emmanuel, de Dios-con-nosotros.
No es esta la única pregunta que surge cuando uno se pone a pensar en estos días previos a la Navidad, hay más:
- ¿Alguien piensa en el Adviento?
- ¿Alguien despierta del sueño del egoísmo y enciende la luz de la gratuidad?
- ¿Alguien se sensibiliza de forma especial en este tiempo para ser más generoso con los que menos tienen?
Son unas fechas muy especiales que pueden pasar desapercibidas entre luces de colores y regalos que nos dicen muy poco sobre el verdadero significado de la Navidad.
Para hacer realidad la Navidad en nuestras vidas necesitamos ESPERANZA, SOLIDARIDAD, PERDÓN y mucho AMOR. ¡De verdad!
¿Por qué no nos proponemos una Navidad que dure 365 días?
La situación de crisis actual nos invita a encender en nuestro Adviento:
- una luz a los que no pueden pagarla,
- comida a los que hacen fila un día tras otro para poder llevar algo a la mesa,
- esperanza a los parados y pesebres a los desahuciados.
Nuestro Adviento es una llamada a ser LUZ, pero no luces de colores en las calles… simplemente LUZ, luz que ilumina la vida de cada día.
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