ENVÍA, SEÑOR, TU ESPÍRITU SANTO
Y REPUEBLA LA FAZ DE LA TIERRA.
«Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casadonde se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que serepartieron y se postraron sobre cada uno de ellos;quedaron todosllenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas,según el Espíritu les concedía expresarse (Hch 2, 1-4).
“Padre Bueno,
danos la valentía del Espíritu,
para construir la paz a nuestro alrededor,
para promover la justicia que nace de la igualdad,
para ser artesanos del perdón y la comunión entre los hombres,
para ser signos de la vida nueva del Reino.
Ayúdanos a servir, Señor,
para anunciar el Evangelio con toda nuestra vida”. Amén.
Deja una respuesta