No hace muchos días nos reunimos para celebrar una de las fechas más importantes de nuestro calendario escolar: las fiestas de nuestro colegio, que no solo son un motivo de encuentro y convivencia, sino también una oportunidad para recordar nuestras raíces, nuestros valores, y a quienes nos inspiran día a día.
En el centro de esta celebración se encuentra siempre una figura que da sentido a todo lo que somos como institución: el Beato Pedro Ruiz de los Paños y Ángel. Un nombre que tal vez muchos de vosotros habéis escuchado en las aulas o en alguna oración matutina o habéis visto en las paredes del colegio. Las fiestas en su honor deben invitarnos a mirar un poco más de cerca quién fue él y por qué su ejemplo sigue siendo tan actual.
Pedro Ruiz de los Paños fue un hombre profundamente entregado a Dios y al servicio de los demás. Nació en España en una época difícil, pero nunca se dejó vencer por las adversidades. Desde muy joven sintió el llamado al sacerdocio, que se hizo realidad el 9 de abril de 1905, y dedicó su vida a formar a los niños y jóvenes, especialmente a los más necesitados. Fundó la Congregación de los Operarios Diocesanos, con una misión clara: evangelizar con alegría, con entrega, con generosidad y con esperanza. Su vida fue un testimonio de fe inquebrantable, incluso hasta el momento de su muerte.
Como colegio que lleva su espíritu, estamos llamados a tratar de construir un mundo mejor, a vivir con pasión, con fe y con solidaridad, así que, que cada clase, cada recreo, cada gesto de compañerismo y respeto, sean una forma de continuar su obra.
Que estas fiestas, que celebramos cada año, no sean solo un día de celebración, sino que también sean un recordatorio de que todos podemos ser, en nuestras pequeñas acciones, constructores del Reino de Dios, como lo fue él.
Gracias, Beato Pedro Ruiz de los Paños, por tu vida, por tu testimonio, y por seguir caminando con nosotros.
¡Muchas gracias!
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